jueves, 28 de abril de 2011

Comunicación

A pesar de lo mucho que se aclame a las tecnologías, entiendase telegrafo, teléfono, y BAM internet, como medios que le han permitido a las sociedades e individuos el mejorar los procesos de comunicación, yo vengo a proclamar que esto es falso.

De mentis.

Verán. No es lo mismo decir algo con tu voz a alguien más y que esa persona lo escuche y lo razone, a que le des a alguien un texto. Sin importar de que tipo sea, un texto elimina toda posibilidad de adaptción. Está ahí, palabra por palabra, como testimonio de lo que se dijo. No hay manera de negarlo, rogar por interpretaciones o sugerir intenciones. Ahí está, letra por letra.

Cuando se da una comunicación oral, las palabras fluyen y se pierden, y al final sólo queda su significado. Al tratar de reproducir este proceso de comunicación, las palabras cambian y los significados se atenuan o se acentúan.

No sé que es peor. Decir algo escrito y que esté ahí para siempre con su voluntad sentenciadora, o decir algo con mi propia voz, dándole a alguien más el poder para alterar con libertar las intenciones y los significados que se querían compartir.

Así que, quiero pensar, para decir cualquier cosa, por cualquier medio, debe tenerse una gran confianza. No se debe subestimar ningun medio. Todo importa.

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