Have you ever been to Blacksburg?

Asi como todo empieza tiene que acabar, o por lo menos esas han sido mis experiencias en el pasado. Ayer deje Blacksburg, Virginia. Ya me había despedido de mi cuarto, de la universidad y de mis amigos de la cafe, literalmente. Pero ayer tuve que decirle adios a todas las personas que compartieron seis maravillosas semanas de mi vida.

Yo se que siempre he sido una softie: lloro facilmente, me gusta Moulin Rouge y me gusta dar abrazos. Y saben que, LO ODIO. Mis amigos saben que a pesar de ser señorita sensibilidad, en verdad trato de no mostrarlo y en verdad me molesta que en tan poco tiempo me haya llegado a encariñar tanto con un grupo de personas que no se si volveré a ver. Si bien es cierto que esta el Facebook, AIM, MSN, Skype, etc etc. simplemente no es la misma puerca. No se compara con caerle a la casa de alguien a ver tele, ir al Cellar a escuchar Blues o Jazz y burlarse de los hombres con cabellera rubia hasta la cintura que obviamente tienen mas de 50 años. No se compara con andar por el countryside en una camioneta que vivio casi toda la Guerra Fria, con caminar perros que parecen vacas, con de hecho ver vacas, recoger fruta, hornear pays y joderte las piernas en el rio. No se compara con tener que ir en un carro 40 minutos todos los dias y poder discutir que album de Death Cab for Cutie es mejor, o explicar porque apenas te empieza a convencer Viva la vida. No se acerca a tener que explicar que hacias en Canadá antes de llegar, y definitivamente no se compara con el verde paisaje de tantas cosas compartidas.

Ven? Maldita sea ya me salió lo cursi. Pero es la verdad. Voy a extrañar Blacksburg, pero sobretodo voy a extrañar a las personas que hicieron de ese pequeño pueblo mi casa.

Pero ahora es tiempo de regresar a donde en verdad pertenezco, sin dejar nada atras. Por lo menos no fui tan softie.