Me estoy tomando un descanso en la ardua jornada de limpiar mi cuarto como el adulto responsable que debo ser. Hay menos ropa sobre mi consola (de discos, no de videojuegos) y menos papeles en el escritorio.
Pero lo que quería compartir, notar, guardar, registrar, es que ya guarde dos de las tres maletas que estaban en distintas partes del cuarto (damn, ni es tan grande!) desde octubre. Una me acompañó a Austin, otra a New York y la última y más pequeña a casa de Grace (tal vez esa sea de principios de noviembre). El caso es que cada una de ellas me traía muy buenos recuerdos de lo que fue, creo yo, el mejor mes de mi vida (o por lo menos de este año, empatado con julio/agosto que me fui de gira). Creo que las tenía ahí por miedo de dejarlas ir, total siempre quiero pensar que hay un viaje lo suficientemente cercano que justifique que tenga mis maletas a la mano. Pero creo que es momento de enfrentar la horrible realidad y aceptar que no tengo viajes planeados para el próximo año (hasta ahora). Así que es motivo de limpiar (y vacias :S) maletas y guardarlas para que el espacio sea usado con fines más presentes.
En fin, los que me conocen saben que no puedo guardar maletas por mucho tiempo, anyways.
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